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05 agosto 2008

¿Por qué baja el petróleo?

La visita a la gasolinera se ha convertido en un auténtico suplicio para los consumidores. Si el coche es un poquito grande, llenar el depósito cuesta ya en torno a 90 euros, una auténtica fortuna para algo que dura tan poco tiempo. Muchas personas han dejado de consumir combustible innecesario, y ello se nota sobre todo los fines de semana, pero son muchos los que por obligación están condenados a seguir llenando con frecuencia su depósito de gasolina. El precio del petróleo está dando un cierto alivio en los últimos días, y ello se traducirá en breve en los precios de los combustibles. Se crea una cierta esperanza pero no sabemos si será duradera.
En este artículo comentamos "Falling oil prices", publicado por CNNMoney, pues como siempre decimos resulta vital tratar de atisbar por dónde se moverá el petróleo en el futuro. El artículo está dirigido al público estadounidense, los que por la bajada del dólar están sufriendo con más intensidad la subida del crudo.
El petróleo cayó el lunes por debajo de los 120 dólares, lo cual parece no albergar dudas de que estamos ante una corrección. El precio sigue estando muy alto para lo que pueden soportar las economías occidentales, desarrolladas en años de petróleo barato, pero la bajada si es ya significativa. En Estados Unidos, el precio cayó de los 4 $ el galón (un galón equivale a 3,78 litros), una cota que había atemorizado a los norteamericanos. El precio es desde luego aún bastante menor que el europeo, pero hay que tener en cuenta que los vehículos norteamericanos consumen sensiblemente más que los europeos. Es una muestra más de que si la energía es barata se relajan los hábitos de consumo, y finalmente acaba pagándose. Lo mejor para los norteamericanos es que los futuros apuntan a un precio del combustible en el entorno de los 3,5 $.

¿Por qué baja el petróleo?

La caída del precio del petróleo puede parecer positiva a primera vista, pero si profundizamos sobre sus causas el panorama es bastante pesimista.

Un fenómeno está marcando la caída del precio del petróleo, un hecho conocido y temido, la economía norteamericana se encamina ya de manera directa hacia la recesión. El petróleo está cayendo porque la recesión en USA se considera ya inevitable; y ello hará caer sensiblemente el consumo de petróleo, que ya de por si se ha resentido ante el alza de los precios. Si la economía se debilita la presión sobre la reducción del gasto se agudizará aún más. Según David Rosenberg, analista de Merrill Linch, la economía de Estados Unidos está jugando al "huevo y la gallina". El consumo está bajando y ello dirige al país hacia la recesión; y conforme se debilita la economía, el consumo baja aún más. Una espiral peligrosa para un país que basa su crecimiento en el consumo interno, y que generará una reacción en cadena que afectará a todo el mundo.
La caída del 18 % en el precio del petróleo se debe a que el transporte por carretera ha retrocedido en Norteamérica a niveles de hace siete años. La declinación de los movimientos por carretera es imparable en Estados Unidos, y alcanzó en mayo unos niveles no conocidos desde 1942, en plena guerra mundial. Los norteamericanos usan ahora el coche un 4 % menos de lo que lo hacían hace un año.
Los efectos de esta situación son imparables, como ya ha sentido en sus carnes el gigante General Motors, cuyas pérdidas en el segundo trimestre ascendieron a 15.500 millones de dólares, con una caída en la venta de vehículos del 18 %. El otro gigante, Ford, también se está descalabrando, reduciendo al máximo la producción y despidiendo a miles de trabajadores. Tan solo estos hechos, ya están dañando el poderoso tejido industrial norteamericano según CNN. Si comparamos estas cifras con algunas de las que hemos visto en España últimamente, veremos que las pérdidas de General Motors ni siquiera son el doble de las de Martinsa-Fadesa, lo cual en términos relativos nos da una idea del daño que las quiebras del sector inmobiliario están haciendo a la economía española. Unos efectos que aún no están siendo percibidos por la población.
Los norteamericanos han disfrutado de un nivel de vida, en gran medida basado en el crédito, que ahora se está mostrando de imposible mantenimiento. El consumo se ha frenado en seco y ello está afectando ya seriamente a las primeras actividades industriales relacionadas con el mismo. El efecto combinado de la crisis inmobiliaria, crediticia, y el aumento de los precios de los combustibles han puesto a la economía norteamericana en una situación apurada.

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