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28 agosto 2008

Las enseñanzas del corralito argentino

La economía argentina sufrió en 2001 una durísima contracción que hizo temblar al mundo, pero lo que parecía iba a arrastrar al país a un agujero del que no se recuperaría en muchos años, se transformó en recuperación a mediados de 2002. Aprovechando el artículo "Clouds gather again over the Pampas" que publica The Economist esta semana hemos querido reflexionar sobre qué ocurrió con la economía argentina; hasta qué punto se colapsó su economía; y sobre todo, cuáles fueron las recetas para su rápida recuperación. Por último, trataremos de entender qué enseñanzas puede darnos la situación del país y compararlas con lo que está pasando actualmente en España.
Argentina ha experimentado bajo los gobiernos del matrimonio Kirchner un crecimiento económico sin precedentes. Sin embargo, en los últimos meses ya empiezan a aparecer negros nubarrones que probablemente provengan de la crisis económica global que se cierne sobre muchos países. El matrimonio Kirchner, no es que haya aplicado ninguna receta reconocida, puesto que más bien sus medidas han resultado ser poco ortodoxas y arriesgadas, pero lo cierto es que en los seis últimos años Argentina ha crecido a tasas del 8,3 %.
Muchos de los que conocimos Argentina en los años de la gestión de Menen, volvimos del país pensando que aquello no tardaría en estallar. Y es que un país en el que todo vale como mínimo un dólar y se llega incluso a privatizar las carreteras secundarias no puede ir muy lejos. Pero nadie esperaba que de la noche a la mañana la economía Argentina se hundiese un 15 % (comparemos este dato con lo que está ocurriendo ahora en España), que el desempleo ascendiese al 21 %, y que la pobreza se tragase al 56 % de los argentinos.

¿Qué fue el corralito?

La gestión de Carlos Saúl Menem llevó a Argentina en 1998 a la recesión más prolongada de la historia, que dejaba asimismo un déficit fiscal de 7.350 millones de pesos. De la Rúa tomó "medidas" (de las que ahora se piden) de ajuste para sanear las finanzas. Pero el peso de la deuda externa ahogaba al gobierno y aumentaba el déficit fiscal. El gobierno dejó de pagar 80.000 millones de dólares en deuda y devaluó el peso, que se hundió a un valor inferior a un tercio del que tenía anteriormente (una sobrevalorada paridad dólar-peso). Pero el efecto de estas medidas fue inmediato, todo el mundo trataba de sacar su dinero de los bancos para cambiarlo cuanto antes fuera del país y protegerse de la devaluación. La fuga de depósitos había comenzado. Así que Fernando de la Rúa tomó en diciembre de 2001 una medida sin precedentes, popularizada con el nombre de corralito: Estableció una restricción a la extracción de dinero en efectivo de los depósitos bancarios.

¿Por qué se recuperó Argentina tan rápidamente?

Estas medidas ahogaron todo movimiento económico al restringir bruscamente la liquidez, se creó una situación en la que el "credit crunch" actual parecería un chiste. Pero esta contracción brutal, en la que simplemente el peso recuperó el valor que debería haber tenido si no hubiese sido soportado artificialmente por los gobiernos de Menen creó un efecto positivo e inesperado. Los inversores internacionales encontraron fábricas paradas que podían comprar a bajo coste y una mano de obra abundante y barata. Todo podía ponerse en marcha en pocos días y así se hizo. Argentina tuvo también suerte en ese momento ya que comenzó el boom de las materias primas, y un país donde el carbón se saca directamente de canteras a cielo abierto, desde luego tenía mucho que decir en ese nuevo boom. Así que Argentina cambió la contracción brutal en hiper-crecimiento en pocos meses. No sabemos hasta donde llevará ese hiper-crecimiento, pero lo que si está claro es que cuando los costes bajan la economía se recupera rápidamente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

"lo que si está claro es que cuando los costes bajan la economía se recupera rápidamente."

Me quedo con ésta última frase. ¿Qué puede ocurrir en un país que está dando todas las señales de adherirse a la política del aveztruz, con una resistencia enorme -ya ni siquiera a corregir los precios inmobiliarios- sino a negar la causa del desmadre?

Vamos a una depresión larguísima, me temo.